Encogiendo los grandes conflictos armados

may 31, 2013
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En el Museo de Miniaturas Militares, de la Ciudadela de Jaca se expone una gran colección de pequeñas figuras de plomo, agrupada por Carlos Royo-Villanova, y adquirida por el consistorio jaqués en 1984. Hasta 2001, se exhibió en Fuerte Rapitán y, tras un acuerdo con el Ejército español, fue instalada en el Castillo de San Pedro, conocido como La Ciudadela. Gracias al nuevo proyecto museológico y museográfico dirigido por Ignacio Martínez, profesor del Máster en Museos, se puede disfrutarla actual exposición, compuesta por más de 30.000 figuras en miniatura dispuestas en 23 espacios históricos, creando sensacionales dioramas.

Un museo elocuente en su concepción museográfica

Como dijo Isócrates, orador y educador griego,“La elocuencia es el arte de abultar las pequeñas cosas, y de disminuir las grandes”. Este museo ha conseguido engrandecer y revalorizar la miniatura como objeto artístico, aminorando la grandeza de hechos históricos, para hacerlos comprensibles y accesibles a todos.

En la elaboración del proyecto museográfico, la educación, comunicación y accesibilidad, son aspectos que se tuvieron en cuenta desde el inicio. Los materiales pueden ser consultados en castellano, inglés y francés; la altura de los dioramas es adecuada, de modo que resulte accesible para los visitantes con silla de ruedas e, incluso, ofrecen pequeñas banquetas para los más pequeños.

En la última parte de la exposición, se dispone, además, de un interesante audiovisual del proceso de creación de las miniaturas. Aunque el montaje apenas tiene textos, la carencia se suple eficazmente con una amplia oferta de materiales que apoyan la visita, pudiendo optar el visitante por realizar el recorrido ayudado por el folleto informativo, una audioguía unipersonal a precio muy asequible, la descarga de los materiales con los códigos QR, o a través de una escenográfica visita, dirigida por una audioguía colectiva de 50 minutos de duración.

La museografía permite a los visitantes, así, deleitarse con la mera observación de su montaje y dioramas,trasladándolos hasta situaciones bélicas de épocas pasadas, con las diminutas figuras y excepcionales paisajes del artista Juan Bautista Topete.

Sin embargo, para mejorar la comprensión total, personalmente, me faltaron algunos ingredientes: el uso de líneas del tiempo de cada época,y la relación con otros acontecimientos históricos de índole cultural, artístico, social o religioso, con los que dar a conocer cómo afectan los conflictos armados en la concepción del arte, detonantes como la religión y la ideología, dónde están las féminas durante los periodos bélicos, las grandes modificaciones territoriales etcétera.

El trabajo del museo nos muestra una evolución del oscuro mundo de las batallas y guerras desde época egipcia, teniendo como meta el camino hacia la Paz. En los últimos dioramas se habla de las misiones de paz, obviando algunos conflictos bélicos recientes en los que el Ejército ha participado activamente, y que han sido puntos clave en el devenir histórico mundial. Por ello, como se omiten en favor de la Paz, siendo ésta reflejada con la labor humanitaria que también realiza el Ejército, y teniendo en cuenta, la importancia de la educación en valores, que desde los museos se realiza, se debería hacer más hincapié en el objetivo de la exposición, el camino hacia la Paz. Porque, a pesar de ser la meta a través del último de los dioramas, aquella queda difuminada al no resaltarse convenientemente. Veo también necesario el uso de algún texto, a modo de reflexión, en el último espacio con el fin de cerrar coherentemente el discurso expositivo.

*Ruth Villagrasa Quero, Licenciada en Historia del Arte, Estudiante del Máster en Museos: Educación y Comunicación, la Universidad de Zaragoza.