Soy una estudiante del Máster en Museos: Educación y Comunicación de la Universidad de Zaragoza y me encuentro realizando mis prácticas curriculares en la Zona arqueológica de Teotihuacán, México.
¿En México? Sí. La primera sorprendida de estar aquí soy yo. Es como aquél que sueña con un imposible y de repente se hace realidad.
Mis compañeros del Máster en Museos están formados en Arqueología, Historia o Historia del Arte, etc., son jóvenes, hablan idiomas y han viajado a diversos lugares del mundo. Yo soy Graduada en Bellas Artes por la Universidad de Zaragoza en su sede de Teruel y me he propuesto enfocar mi futuro profesional en el ámbito de la Museografía o la Museología…
Seguramente no hará falta que les recuerde que tras las Vanguardias los artistas que impulsaron el movimiento Fluxus decidieron establecer contacto con el público, exponiendo sus obras directamente en la vía pública porque, decían ellos, era ahí donde estaba la vida latía con fuertes impulsos: querían establecer contacto directo con el público.
Los artistas se negaron a «enlatar» su obra encerrándola de puertas paraa dentro. Tampoco estaban de acuerdo con pasar la criba de los criterios subjetivos de la Institución museística que les daba acceso, o no, a acceder al circuito comercial.
La actualidad del siglo XXI es que el perfil académico demandado por los museos para acceder a un puesto de trabajo coincide con la formación académica que he mencionado es el que poseen mis compañeros. Yo me siento artista y mi deseo es el de cambiar el mundo.
El talante con el que bailo la vida no anda falto de ilusión. Tampoco de imaginación. Así que me atreví a salir en busca del ¿destino? solicitando venir hasta aquí, los Museos de la Zona Arqueológica de Teotihuacán, México.
¿Porqué? El objetivo es, sin duda, aprender y éste es un lugar idóneo para ampliar mis, aparentemente, limitados horizontes. México, como es bien sabido, es un referente en cuanto a Museología, Museografía e incluso a Museología crítica. No he de negar que la oportunidad de conocer la zona arqueológica, el arte y la cultura teotihuacana resultaba de lo más apetecible.
Los dioses de Teotihuacán escucharon las llamadas lanzadas desde el otro lado del océano y llegó, al fin, la respuesta positiva.
¡Así da comienzo esta pequeña gran aventura en los Museos de Teotihuacán!
Les pregunto ¿Creen que existe la casualidad? Me sorprendo, nuevamente, al atravesar México D.F. ¡por la Avenida Zaragoza! esta calzada que cruza la ciudad de norte a sur lleva el nombre de mi ciudad de origen: esto era otra señal reveladora…
En Zaragoza (España) tenemos «La Ruta», museística, de Caesaraugusta. En Teotihuacán: «La Calzada» de los Muertos y en México D.F. la «Avenida» de Zaragoza: Tres en raya. Cuando menos resulta curioso ¿no les parece?
Los museos de sitio de Teotihuacán conviven con unos monumentos expandidos por la zona arqueológica, de la que fue una de las mayores ciudades prehispánicas de Mesoamérica, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1978:
La Pirámide del Sol, la Calle de los Muertos, la Pirámide de la Luna, el Conjunto arquitectónico Quetzalpapálotl, los Conjuntos Arquitectónicos Tetitla, Atetelco y Tepantitla, el Museo de la Cultura Teotihuacana, el Museo de Murales Teotihuacanos Beatriz de la Fuente y un largo etcétera.
Los restos arqueológicos podemos conocerlos hoy todos los visitantes del mundo gracias a que, los dioses teotihuacanos así lo previeron: tendieron un gran manto sobre la ciudad, haciéndola invisible a los ojos de aquellos ¿conquistadores? españoles del pasado, protegiéndola así del desmantelamiento (sus piedras hubiesen sido probablemente materia prima en la construcción de todavía más iglesias).
La civilización que creó y habitó Teotihuacán desde el 150 a. C. hasta el 650 d. C., se esfumó en el aire con anterioridad a la llegada de los españoles, siendo infinitas las incógnitas e interrogantes que contribuyen a aumentar la fascinación por estos lugares.
Los dioses de Teotihuacán revelan sus secretos muy lentamente, desconociéndose aún hoy sus orígenes, la identidad étnica de sus primeros habitantes, la escritura y parte de su simbología que continúa siendo indescifrable. Se trata de una cultura que ejerció una enorme influencia comercial y política. La extensión que alcanzó esa ciudad-estado fue de unos 24 km².
Se extinguió en el siglo VII d.C. a causa de una grave «crisis» causado por la inestabilidad política, rebeliones internas aderezados con cambios climatológicos. Todo se combinó para causar finalmente el colapso de esta rica cultura teotihuacana con enormes influencias en el Norte de Mesoamérica. Su población se diluyó dispersándose por diversas zonas de la cuenca de México.
Los hombres-dioses de Teotihuacán optaron sin embargo por mantener vivo el interés y atención por su arte y cultura, superando en 2015 los tres millones de visitantes los que pasan al año por esta zona arqueológica.
El museo comunica conocimiento, una funcionalidad útil para la sociedad. Alcanza a transformarse en un hábitat, un complejo micro-cosmos donde es posible experimentar vivencias: el museo es un mediador cultural, además de un espacio donde se pueden encontrar respuestas a las interrogantes que nos plantea la actualidad.
Nuestro deseo, sin duda, consiste en motivarles a que visiten museos, los de aquí y los de allá, todos cuantos más puedan, mejor. El museo es ese lugar de encuentro en el que es posible establecer puentes de comunicación entre el visitante y el conocimiento que alberga.
El museo es un ente vivo que programa y realiza diferentes acciones didácticas orientadas a despertar el interés y la curiosidad del público en general y del infantil específicamente, incitando a conocer y a profundizar en la historia concretamente en el caso que nos ocupa, como herramienta de futuro.
Y por si a alguno de ustedes les quedaba aún alguna duda, el museo es de todos, sirve a la sociedad a la que representa y está deseando de interactuar con usted, que es el motivo de su existencia.
Acérquense al museo con la intención de aprender si es su deseo, pero también es el lugar donde todos, grandes y chicos van a disfrutar y a pasarlo muy bien con las actividades que tienen programadas. Y esto ¡se lo garantizo personalmente!
*Mercedes Bueno Aladrén. Graduada en Bellas Artes y estudiante del Máster en Museos: Educación y Comunicación.
La «magia» de Teotihuacán o la fuerza del destino
Soy una estudiante del Máster en Museos: Educación y Comunicación de la Universidad de Zaragoza y me encuentro realizando mis prácticas curriculares en la Zona arqueológica de Teotihuacán, México.
¿En México? Sí. La primera sorprendida de estar aquí soy yo. Es como aquél que sueña con un imposible y de repente se hace realidad.
Seguramente no hará falta que les recuerde que tras las Vanguardias los artistas que impulsaron el movimiento Fluxus decidieron establecer contacto con el público, exponiendo sus obras directamente en la vía pública porque, decían ellos, era ahí donde estaba la vida latía con fuertes impulsos: querían establecer contacto directo con el público.
Los artistas se negaron a «enlatar» su obra encerrándola de puertas paraa dentro. Tampoco estaban de acuerdo con pasar la criba de los criterios subjetivos de la Institución museística que les daba acceso, o no, a acceder al circuito comercial.
La actualidad del siglo XXI es que el perfil académico demandado por los museos para acceder a un puesto de trabajo coincide con la formación académica que he mencionado es el que poseen mis compañeros. Yo me siento artista y mi deseo es el de cambiar el mundo.
El talante con el que bailo la vida no anda falto de ilusión. Tampoco de imaginación. Así que me atreví a salir en busca del ¿destino? solicitando venir hasta aquí, los Museos de la Zona Arqueológica de Teotihuacán, México.
¿Porqué? El objetivo es, sin duda, aprender y éste es un lugar idóneo para ampliar mis, aparentemente, limitados horizontes. México, como es bien sabido, es un referente en cuanto a Museología, Museografía e incluso a Museología crítica. No he de negar que la oportunidad de conocer la zona arqueológica, el arte y la cultura teotihuacana resultaba de lo más apetecible.
Los dioses de Teotihuacán escucharon las llamadas lanzadas desde el otro lado del océano y llegó, al fin, la respuesta positiva.
¡Así da comienzo esta pequeña gran aventura en los Museos de Teotihuacán!
Les pregunto ¿Creen que existe la casualidad? Me sorprendo, nuevamente, al atravesar México D.F. ¡por la Avenida Zaragoza! esta calzada que cruza la ciudad de norte a sur lleva el nombre de mi ciudad de origen: esto era otra señal reveladora…
En Zaragoza (España) tenemos «La Ruta», museística, de Caesaraugusta. En Teotihuacán: «La Calzada» de los Muertos y en México D.F. la «Avenida» de Zaragoza: Tres en raya. Cuando menos resulta curioso ¿no les parece?
La Pirámide del Sol, la Calle de los Muertos, la Pirámide de la Luna, el Conjunto arquitectónico Quetzalpapálotl, los Conjuntos Arquitectónicos Tetitla, Atetelco y Tepantitla, el Museo de la Cultura Teotihuacana, el Museo de Murales Teotihuacanos Beatriz de la Fuente y un largo etcétera.
Los restos arqueológicos podemos conocerlos hoy todos los visitantes del mundo gracias a que, los dioses teotihuacanos así lo previeron: tendieron un gran manto sobre la ciudad, haciéndola invisible a los ojos de aquellos ¿conquistadores? españoles del pasado, protegiéndola así del desmantelamiento (sus piedras hubiesen sido probablemente materia prima en la construcción de todavía más iglesias).
La civilización que creó y habitó Teotihuacán desde el 150 a. C. hasta el 650 d. C., se esfumó en el aire con anterioridad a la llegada de los españoles, siendo infinitas las incógnitas e interrogantes que contribuyen a aumentar la fascinación por estos lugares.
Los dioses de Teotihuacán revelan sus secretos muy lentamente, desconociéndose aún hoy sus orígenes, la identidad étnica de sus primeros habitantes, la escritura y parte de su simbología que continúa siendo indescifrable. Se trata de una cultura que ejerció una enorme influencia comercial y política. La extensión que alcanzó esa ciudad-estado fue de unos 24 km².
Se extinguió en el siglo VII d.C. a causa de una grave «crisis» causado por la inestabilidad política, rebeliones internas aderezados con cambios climatológicos. Todo se combinó para causar finalmente el colapso de esta rica cultura teotihuacana con enormes influencias en el Norte de Mesoamérica. Su población se diluyó dispersándose por diversas zonas de la cuenca de México.
Los hombres-dioses de Teotihuacán optaron sin embargo por mantener vivo el interés y atención por su arte y cultura, superando en 2015 los tres millones de visitantes los que pasan al año por esta zona arqueológica.
El museo comunica conocimiento, una funcionalidad útil para la sociedad. Alcanza a transformarse en un hábitat, un complejo micro-cosmos donde es posible experimentar vivencias: el museo es un mediador cultural, además de un espacio donde se pueden encontrar respuestas a las interrogantes que nos plantea la actualidad.
El museo es un ente vivo que programa y realiza diferentes acciones didácticas orientadas a despertar el interés y la curiosidad del público en general y del infantil específicamente, incitando a conocer y a profundizar en la historia concretamente en el caso que nos ocupa, como herramienta de futuro.
Y por si a alguno de ustedes les quedaba aún alguna duda, el museo es de todos, sirve a la sociedad a la que representa y está deseando de interactuar con usted, que es el motivo de su existencia.
Acérquense al museo con la intención de aprender si es su deseo, pero también es el lugar donde todos, grandes y chicos van a disfrutar y a pasarlo muy bien con las actividades que tienen programadas. Y esto ¡se lo garantizo personalmente!
*Mercedes Bueno Aladrén. Graduada en Bellas Artes y estudiante del Máster en Museos: Educación y Comunicación.