Un misterio por resolver

abr 19, 2016
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Durante seis meses estuve haciendo mis prácticas del Máster de Museos: Educación y Comunicación en el Museo del Traje. CIPE en Madrid. Estuve muy contenta, programando actividades didácticas para escolares y actividades de verano, así como preparando material y, en alguna que otra sesión, participé como monitora.

De todas las actividades que realicé, mi favorita fue “Durmiendo en el Museo. Un caso por resolver”, que se llevó a cabo los jueves 23 y 30 de agosto con 16 niños de entre 9 y 12 años. El objetivo principal fue vivir una experiencia nueva y diferente, compuesta por una visita-taller con el aliciente de dormir en el Museo. La visita consistía en formar dos “Club del Misterio” para resolver el caso que se les presentaba a nuestros pequeños detectives. De esta manera, después de idear el nombre del club, el logotipo y un saludo especial, se repartieron los distintos papeles que tendrían los niños: 2 detectives, 2 fotógrafos, 2 reporteros, policía, conservador y especialista en explosivos. En la resolución del misterio, se tenían que resolver tres cuestiones fundamentales: ¿quién era el ladrón o culpable? y ¿qué objeto pretendían robar?

En cuanto al desarrollo del taller, para comenzar se plantearon algunas dinámicas de grupo para que los niños se conocieran entre sí, y después se les entregó un resumen en el cual se planteaba el caso. Toda la información de estos documentos se completó en una hoja de datos que se les dio a los reporteros, para después interrogar a los testigos y registrar las diferentes escenas. En cuatro lugares se encontraron globos o bombas que tenían una pista dentro. Cada una de estas pistas los conducía a las salas del Museo donde, con algunos objetos especiales (lupa, moneda, espejos), las resolvían para así saber que el objeto que el ladrón quería robar era un chatelaine del siglo XVIII. En cuanto al culpable, se resolvía gracias a un acertijo puesto en la última pista.

Después de resolver el misterio, los niños cenaron en el jardín del Museo y se quedaron a dormir, teniendo una experiencia inolvidable. Considero que la actividad fue un éxito, ya que los niños estuvieron entretenidos y comprometidos con la actividad durante tres horas seguidas.

Sin duda, el trabajo de monitora en esta actividad fue muy divertido, ya que había que guiar a los niños hacia las diferentes pistas y ayudarlos a resolver el misterio. Preparar los globos, las escenas y el material fue un trabajo laborioso, pero que valió la pena, tanto que, este invierno, el Museo del Traje ofrece como actividades familiares de fin de semana el mismo taller (sin quedarse a dormir), y está teniendo también mucho éxito.

*Marlene Lelo de Larrea, alumna del Máster de Museos, curso 2011-2012